Escrito por Ángel Villarino El 14 de noviembre de 1686, la Corona española anunciaba la expulsión de los chinos “infieles” residentes en Filipinas. Por encima de los motivos religiosos, en la decisión pesaron la desconfianza y el temor a que los entonces llamados sangleyes se hiciesen con el control de las islas. Su comunidad, organizada alrededor de lo que está considerado el Chinatown más viejo del mundo, había surgido cien años antes para cubrir las necesidades de los pobladores españoles de Manila. Los chinos les vendían de todo: desde el pan que comían hasta los materiales para construir sus casas, pasando por productos que aprendieron a fabricar en poco tiempo, como los iconos religiosos. Además de comerciar, se ofrecían como mano de obra cualificada y como artesanos, despertando el asombro y la admiración de los recién llegados. El primer obispo de Manila, Domingo de Salazar , elogiaba la “buena diligencia y el trabajar mucho de los sangleyes , (que...