El pasado año 130 pontevedreses tramitaron solicitudes en países extranjeros frente a 78 que optaron por menores gallegos
La familia Cidrás-Cabanelas al completo en el parque infantil de Marín. // Gustavo Santos
María R. supo que era adoptada cuando cumplió dieciséis años. Lo recuerda como un momento "emocionalmente duro " y no porque, como asegura, le confirmasen una realidad que intuía si no "porque ví temor y tensión en mis padres por la reacción que pudiese tener, por si les reprochaba algo". Ahora ha cumplido 31 años y asegura que jamás tuvo interés en saber por qué su madre biológica no quiso saber nada de ella. "Soy hija de la única madre y el único padre que conocí" aunque reconoce que envidia la naturalidad con la que a día de hoy se habla y aborda el tema de la adopción. "Ha dejado de ser un estigma", resume esta pontevedresa, nacida en Oia.
Quien sí sabe que es un niño adoptado es Andrés,que llegó a Marín desde Ucrania hace dos años, para integrarse en la familia Cidrás-Cabanelas en donde es feliz con sus padres, Toño y María José, y su hermana Sara.
Aunque llegó a casa en septiembre de 2009, la solicitud de adopción tramitada por María Cabanelas y Antonio Cidrás, data de 2007, un año en el que 190 pontevedreses optaron por recurrir al extranjero para formar o aumentar una familia mientras que otros 90 optaron por demandar un menor nacido en Galicia y en el que se dictaron 51 autos de adopción definitivos.
El factor tiempo fue determinante para que los Cidrás-Cabanelas se decantasen por la adopción internacional y, en concreto por Ucrania. "Una vez decididos a adoptar no queríamos eternizarnos hasta alcanzar el objetivo, nos informamos y vimos que en Ucrania el proceso era relativamente rápido" explica María José Cabanales que en su decisión contó con el entusiasmo de su hija Sara –"no paraba de decir que quería un hermano "– y el apoyo sin fisuras de su marido.
"También Sara tuvo mucho que ver en la elección del país porque habíamos valorado Etiopía y ella nos dijo que, claro, así siempre todos iban a saber que su hermano era un niño adoptado", explica la orgullosa madre de los dos pequeños, que como cualquier pareja de hermanos "no paran de pelearse pero tampoco viven el uno sin el otro".
En Galicia, como ocurre en el resto del Estado español,en la última década las adopciones internacionales fueron en aumento hasta prácticamente duplicar a las nacionales aunque, tal como recogen las estadísticas del Servicio de Menores de la Consellería de Traballo e Benestar, la crisis hizo caer el número de solicitudes para menores del exterior desde las 190 presentadas en el año 2007 a las 115 registradas en 2009. El pasado año, sin embargo, se registró un nuevo repunte hasta llegar a los 130. El número de demandantes de menores gallegos fue entonces de 78.
La primera década del siglo había comenzado con la relación invertida ya que en el año 2000 hubo 224 solteros, parejas o familias que buscaban un hijo para ofrecerle un hogar frente a 64 pontevedreses que tramitaban sus solicitudes en el extranjero.
Es verdad que entonces sólo hacía cinco años que se había abierto la posibilidad de las adopciones internacionales pero también que había más menores nacionales susceptibles de ser adoptados. El aumento de las medidas familiares de protección hizo caer los abandonos y desde la Xunta se prioriza la relación del menor con su familia biológica.
Fuente: http://www.farodevigo.es/portada-pontevedra/2011/08/28/adopciones-internacionales-duplican-nacionales-apenas-decada/575084.html
La familia Cidrás-Cabanelas al completo en el parque infantil de Marín. // Gustavo Santos
María R. supo que era adoptada cuando cumplió dieciséis años. Lo recuerda como un momento "emocionalmente duro " y no porque, como asegura, le confirmasen una realidad que intuía si no "porque ví temor y tensión en mis padres por la reacción que pudiese tener, por si les reprochaba algo". Ahora ha cumplido 31 años y asegura que jamás tuvo interés en saber por qué su madre biológica no quiso saber nada de ella. "Soy hija de la única madre y el único padre que conocí" aunque reconoce que envidia la naturalidad con la que a día de hoy se habla y aborda el tema de la adopción. "Ha dejado de ser un estigma", resume esta pontevedresa, nacida en Oia.
Quien sí sabe que es un niño adoptado es Andrés,que llegó a Marín desde Ucrania hace dos años, para integrarse en la familia Cidrás-Cabanelas en donde es feliz con sus padres, Toño y María José, y su hermana Sara.
Aunque llegó a casa en septiembre de 2009, la solicitud de adopción tramitada por María Cabanelas y Antonio Cidrás, data de 2007, un año en el que 190 pontevedreses optaron por recurrir al extranjero para formar o aumentar una familia mientras que otros 90 optaron por demandar un menor nacido en Galicia y en el que se dictaron 51 autos de adopción definitivos.
El factor tiempo fue determinante para que los Cidrás-Cabanelas se decantasen por la adopción internacional y, en concreto por Ucrania. "Una vez decididos a adoptar no queríamos eternizarnos hasta alcanzar el objetivo, nos informamos y vimos que en Ucrania el proceso era relativamente rápido" explica María José Cabanales que en su decisión contó con el entusiasmo de su hija Sara –"no paraba de decir que quería un hermano "– y el apoyo sin fisuras de su marido.
"También Sara tuvo mucho que ver en la elección del país porque habíamos valorado Etiopía y ella nos dijo que, claro, así siempre todos iban a saber que su hermano era un niño adoptado", explica la orgullosa madre de los dos pequeños, que como cualquier pareja de hermanos "no paran de pelearse pero tampoco viven el uno sin el otro".
En Galicia, como ocurre en el resto del Estado español,en la última década las adopciones internacionales fueron en aumento hasta prácticamente duplicar a las nacionales aunque, tal como recogen las estadísticas del Servicio de Menores de la Consellería de Traballo e Benestar, la crisis hizo caer el número de solicitudes para menores del exterior desde las 190 presentadas en el año 2007 a las 115 registradas en 2009. El pasado año, sin embargo, se registró un nuevo repunte hasta llegar a los 130. El número de demandantes de menores gallegos fue entonces de 78.
La primera década del siglo había comenzado con la relación invertida ya que en el año 2000 hubo 224 solteros, parejas o familias que buscaban un hijo para ofrecerle un hogar frente a 64 pontevedreses que tramitaban sus solicitudes en el extranjero.
Es verdad que entonces sólo hacía cinco años que se había abierto la posibilidad de las adopciones internacionales pero también que había más menores nacionales susceptibles de ser adoptados. El aumento de las medidas familiares de protección hizo caer los abandonos y desde la Xunta se prioriza la relación del menor con su familia biológica.
Fuente: http://www.farodevigo.es/portada-pontevedra/2011/08/28/adopciones-internacionales-duplican-nacionales-apenas-decada/575084.html
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