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El castigo. Entrevista a la psicóloga Mª Luisa Ferrerós


¿Es necesario castigar a los niños? Alternativas eficaces para educar a los niños


Es posible educar a los hijos sin aplicar castigos. La clave reside en establecer cuáles son los límites con firmeza. La psicóloga infantil, María Luisa Ferrerós es autora del libro ¡Castigado! ¿Es necesario?, donde propone alternativas educativas ingeniosas y eficaces al castigo infantil. Sus recomendaciones para educar a los niños se plasman en una serie de consejos prácticos, que han dado lugar a su método, el método Ferrerós.

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Alternativas educativas al castigo infantil

¿Qué es el castigo, cuál es su función y cómo debe aplicarse en la educación de los niños?
El castigo es una sanción, una consecuencia educativa. El castigo no es yo me pongo histérico, pierdo los papeles y hago lo primero que me sale para que el niño pare de hacer el tonto, eso no es. El castigo educativo es una consecuencia que viene detrás de una actitud inadecuada del niño que quiero corregir y quiero enseñarle qué consecuencias tiene para que él pueda aprender y pueda autocontrolarse. Por lo tanto, el castigo educativo ha de ser excepcional, coherente, se ha de mantener firme y constante. No puedes estar castigando al niño por todo porque entonces se satura y no te hace caso a nada. Cuando se pone un castigo se debe cumplir, y es importante que sea adecuado a lo que haya hecho el niño. Por ejemplo, no puede ser que al niño se le caiga el vaso de agua y esté una semana sin salir. Los castigos no puede ser desproporcionados, han de ser asequibles, se deben poder llevar a cabo y mantener. Y deben ser muy coherentes: no puedo castigar a mi hijo sin tele y yo pasar el fin de semana viendo la tele.

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¿Qué debemos tener en cuenta al castigar a los niños?
Lo más importante de los castigos es que sean disuasorios, deben costar un esfuerzo. El castigo que ahora está de moda: el "te dejo sin", no tiene efecto, tiene muy poca reacción, porque falta una cosa muy importante para que sea un castigo educativo, es que no requiere ningún esfuerzo. Quedarse sin ver la tele, no supone ningún esfuerzo para el niño porque se pone a leer un cuento, a jugar al móvil o a la play. No le supone nada y, por eso, no sirve como castigo. Un castigo educativo tiene que costar un esfuerzo al niño para que le ayude a autocontrolarse, para que la siguiente vez que haga aquello que está mal, el niño piense 'mmm, no lo hago porque si no, después, me toca hacer algo'. Ésta es la característica más importante del castigo educativo, que al niño le cueste algo.

¿Es posible educar a los niños sin aplicar castigos? ¿Qué es la consecuencia educativa?
Castigo está asociado a bofetada, cachete, colleja, cuarto oscuro… pero todo esto ha evolucionado y más que de castigos, ahora hablamos de consecuencias educativas que siempre tienen que ser inmediatas, coherentes, aplicables y firmes. Debemos desterrar un poco lo que son castigos humillantes o correcitivos, que no sirven para nada. Si humillamos a un niño en público delante de sus hermanos o sus amigos, lo único que vamos a conseguir es que el niño tenga muchísima más rabia, más rebeldía. Con el cachete pasa lo mismo. Cuando el niño es muy chiquitín tú puedes decirle no toques con un palmada en la mano, pero a partir de aquí ya no tiene mucho sentido. Lo único que siente el niño, cuando hay una acción violenta fruto de la ira y has perdido los papeles, es más rabia, probablemente no entienda lo que quieres decir y aumente su grado de rebeldía y, por lo tanto, de agresividad.
No se puede castigar a un niño que pega a sus amigos pegándole a él. Los niños imitan y esos comportamientos, a veces, los imitan de lo que ven en casa, o a veces de lo que ven en la televisión. Por eso, tenemos que tener mucho cuidado con lo que ven por la televisión.

Algunos padres necesitamos una clase práctica para no tener que repetir las cosas mil veces. ¿Cómo tenemos que reaccionar los padres cuando decimos 'vamos a cenar' y el niño no viene?
Es una cosa muy habitual en todas las casas: avisamos 320 veces 'a cenar, a cenar' y el niño no viene, y al final, acabamos montando un pollo, un desastre, la comida fría… Lo primero es pensar en la actitud: "yo no me voy a enfadar nunca por esto, avisamos al niño de que ahora le vamos a llamar tres veces, si a la tercera si el niño no viene, yo entenderé que no tiene hambre". Eso hay que explicárselo al niño durante el fin de semana. Le sentamos y le explicamos "mira cariño, nos hemos cansado de discutir y de pelear cada día por las mismas cosas, así que a partir de ahora vamos a hacer así, voy a avisar tres veces a cenar y el que no venga es que no tiene hambre. Congelamos la comida, porque obviamente no vamos a tirarla, y así quedamos". Al día siguiente, el niño va a ver qué pasa, puede pensar que le estamos vacilando, porque si hasta ahora le hemos avisado 200 veces, no se va a creer es que a partir de ahora con tres veces funcione. Entonces tú avisas 3 veces, si el niño no viene, al cabo de media hora dirá que tiene hambre, y tú le dices que ya le has avisado tres veces. ¿Qué hacemos ahora? Darle un vaso de leche, porque la cena está congelada.

¿Qué actitud debemos tener los padres?
El tono es muy importante, la sensación que debe percibir es que a ti te da igual que el niño coma o deje de comer, es responsabilidad del niño. Esto es muy importante, tenemos que traspasar la responsabilidad al niño. El niño tiene que ver que si él no se espabila, aquí hay unas normas y "esto no es un restaurante ni yo no soy la chacha. Te puedo dar un yogur o un vaso de leche, no voy de mala, pero tampoco te voy a descongelar la comida, ni te voy a preparar algo para este momento".
Lo más importante es la actitud, si el niño detecta que ese día hay un yogur y punto, y que no estás ni enfadada ni nada, son las normas y esto es lo que hay, hará lo mismo dos veces y el niño muy rebelde tres, y nunca más. Cuando tu digas a cenar, vendrán todos a cenar. En general, todos los padres estamos demasiado pendientes de los niños, de si comen o no comen, y ese es un fallo. La responsabilidad de la comida del niño la tenemos nosotros cuando es pequeño, pero a partir de los 5 años, la responsabilidad de la comida es del niño y cuando tenga hambre ya vendrá a comer.



¿Cómo podemos conseguir que los niños se pongan a hacer los deberes todos los días, sin perder los nervios?
Cada tarde, nos peleamos para que el niño haga los deberes "que si ya voy, un momento que estoy viendo la tele…". Los niños deben invertir una hora diaria en hacer los deberes, cuando son chiquitines media hora y, cuando son mas mayores una hora y media. Más tiempo es inútil porque no se estudia.

Los papás tenemos que pautar este rato. Cuando terminamos el colegio, merendamos y de 6 a 7 es la hora de hacer los deberes. A partir de las 7 está prohibido hacer los deberes. Si el niño se ha olvidado de hacer los deberes, no ha venido o se ha hecho el remolón, me da igual no se pueden hacer. "Si soy muy buena, te despertaré a las 6 de la mañana para que los hagas, pero es tu problema, tu tienes un rato para hacer los deberes y a partir de ahí toca bañera, jugar o lo que sea y a las 9 tienes que estar en la cama. Entonces, o los haces en esa hora, o te despierto a las 6 y los haces antes de ir al colegio".

Otra vez es la actitud, lo digo sin chillar, sin ponerme nerviosa, queremos conseguir que el niño se autorregule, y no nos tenemos que preocupar porque el niño se vaya sin los deberes hechos al colegio. ¡Ya le castigará la profesora! Por lo tanto, eso funciona perfecto.

El segundo día que le levantas a las 6 de la mañana, el niño se pone a hacer los deberes cuando toca y ya te olvidas de estar todo el día al lío. Ademas, el tiempo hay que concentrarlo, hay que tener una hora para hacer los deberes, no se puede estar con los deberes toda la tarde porque a las 9 de la noche el niño tarda tres horas en hacer una cosa que luego a las 6 de la mañana tardará 10 minutos. Por tanto, firmeza y a cumplirlo, aunque sea un rollo para nosotros levantarnos a las 6. Sólo nos levantaremos 2 veces, porque a la tercera no lo harán más.

¿Qué debemos hacer los padres con los "olvidos" de los niños?
Con "olvidos" como el de la mochila, lo mismo. A partir de los 7 años, se la tienen que preparar ellos. Ya se ocupará el profesor de gimnasia o el que sea de decirle "oye ¿cómo que no has traído esto?". Hemos de traspasarle la responsabilidad a ellos, hay que hacerles entender que es su responsabilidad. Tienen que avisarnos si necesitan material, nosotros se lo dejaremos listo y pero ellos mismos se lo deben preparar.
El niño ha de darse cuenta que la responsabilidad la tiene él y nosotros tenemos que ir alargando la cuerda. Cuando tienen 3 añitos obviamente se lo tienes que preparar tú, pero cuando tiene 7-8 años tienen que empezar a funcionar ellos. Estar todo el día haciendo de chacha no sirve para nada.

¿Cómo podemos conseguir que se acuesten a la hora sin protestar?
Ir a la cama, vestirse por la mañana, o ducharse… son otros puntos que desesperan. Si a la hora que yo digo, el niño no está vestido se va al colegio en pijama. Es muy importante comprarle un pijama azul marino o discreto, por si realmente le tienes que llevar en pijama al colegio, porque el niño tiene que notar que tú estás convencida que lo vas a hacer. Seguro que a los dos segundos está vestido, porque ellos no quieren ir en pijama al colegio.
Con la leche del desayuno, a veces, también hay problemas. Ahí es importante ofrecerles una doble alternativa, porque a veces obligados no se toman la leche, y hay que intentar que sean ellos los que tomen la decisión. Tenemos que decirle "mira cariño, el médico me ha dicho que tienes que tomar medio litro de leche al día, así que tú mismo, te puedes tomar un vaso de leche por la mañana o por la tarde te tocarán dos, tu eliges". Al darle las dos opciones, siempre escogerá la solución más favorable, que es la de tomarse los vasos de leche de uno en uno, porque dos no me gusta. Ya lo hemos conseguido, cuando lo deciden ellos, lo hacen siempre.
Con la ropa, a veces, puede pasar lo mismo: "que no me quiero poner pantalón, que quiero falda, o estas bambas". Ponle dos modelos a elegir, uno más feo y otro, el que tú quieres. El feo no lo va a elegir y se acabará poniendo el que tú quieres. Hay que pensar que los niños son niños, y cuando tú le ofreces una alternativa peor o la disfrazas de fea, siempre te va a coger la que tú le estás proponiendo como buena. Al elegirlo él, no va a haber problema para que lo cumpla, y eso funciona muy bien.

¿Qué podemos hacer cuando son perezosos para ducharse?
El tema de la ducha es lo mismo. "Te voy a avisar tres veces para la ducha, si no te duchas no pasa nada, pero claro, no te voy a poner pijama limpio, sábanas limpias o ropa limpia, irás con la misma ropa, si no te has duchado".
Déjale claro que a ti te da igual, que es su problema. En ese momento, el niño se dará cuenta de que realmente le vas a poner la ropa de ayer, y como ellos no quieren repetir, automáticamente se van a ir a la ducha corriendo. Es muy importante es que los padres nos lleguemos a creer el poder que tenemos. Muchas veces no decimos que no porque nos da miedo traumatizar al niño. Hay que estar convencida para traspasarle la seguridad al niño. Realmente, cuando lo pruebas, te sorprendes.
Si el niño, durante su infancia, aprende que cuando sus padres dicen que no, es que no, cuando es mayor ya sabe muy bien lo que sus padres le dejan hacer y lo que no, ya no juega, ya no tienta, no tienes que estar todo el día peleando con él porque ya sabe. El problema es cuando un día le dices que si y otro que no, entonces el niño va probando y probando hasta el límite.

La rebeldía de los hijos es un problema para muchos padres. ¿Qué podemos hacer con un niño que nos lleva la contraria en todo?
Siempre aconsejo un fin de semana de retiro de padres. Dejas a los niños con los abuelos o tus hermanas, y te vas con tu pareja a hablar de todas estas cosas y a poner normas en tu casa. La situación se está escapando y hay que reconducirla. Les recomiendo que se lean el decálogo del juez Calatayud, que vean lo que pasa cuando no se ponen límites, hasta donde se puede llegar. Un niño de 14 años se puede dar la vuelta perfectamente, y hemos de ponernos de acuerdo para educarle, y coger de nuevo las riendas de la casa.
Cuando tengamos todo eso bien hablado con la pareja y hayamos decidido las cosas que le vamos a pasar, las que no, qué vamos a hacer y qué consecuencias vamos a aplicar, entonces llegamos a casa, cogemos al niño, le sentamos y le explicamos que "hasta ahora hemos hecho lo que hemos podido, con nuestra mejor intención, pero no ha funcionado. Ahora hemos decidido que las cosas van a cambiar, que vamos a hacer esto, esto y esto y hasta aquí", y entonces empezamos. Al principio, cuesta un poco más, no serán tres días, a lo mejor son diez, depende de lo rebelde que esté el niño, pero si tú tienes claro lo que habéis decidido y estás muy metalizado, ese cambio de actitud  funcionará.

¿Cómo podemos actuar con la firmeza necesaria que necesitan estas situaciones con los hijos?
Cuando tú estás convencido de que estás ayudando a tu hijo y que es bueno para él no dejarle pasar todas estas cosas, este convencimiento te dará una fuerza que podrás con todo lo que tienes delante, y el niño lo notará inmediatamente. Un ejemplo, puede ser cuando hemos apuntado al niño a inglés, lleva un mes de clase y el niño dice que no quiere ir, que se aburre, que no aprende nada y que la profesora es mala. Es el manido tema de las extraescolares: entonces oyes a los padres que dicen que si se aburre, lo van a borrar. No, así no. ¿Quién ha decidido que el niño haga inglés? Los padres. ¿Tú lo has metido para que se aburra, se divierta o para que aprenda inglés? ¿Un niño de 6 años, 8 o 12 sabe si el profesor es bueno o malo y si aprende o está dejando de aprender? No, por lo tanto no es negociable. "Yo te he apuntado a inglés para que aprendas y cuando acabe el curso valoraremos nosotros si nos ha parecido bien o no, si has aprendido o no y veremos si el año que viene te apuntamos otra vez, pero de momento a clase".


Marisol Nuevo. Editora de GuiaInfantil.com

Fuente: http://www.guiainfantil.com/articulos/educacion/castigo/el-castigo-entrevista-a-la-psicologa-m-luisa-ferreros/


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