Bilbao
Wendy, en un momento de las clases de chino mandarín en el Centro Cultural Shu Yu. (Foto: Jose Mari Martínez)
TODOS los sábados por la mañana, mientras su amigas se divierten jugando al baloncesto, Wendy acude a Bilbao al Centro Cultural Shu Yu a aprender chino. No lo hace por snobismo. Lo hace porque ella y sus padres consideran que es lo mejor para que no olvide sus raíces. Sí, porque Wendy Hernández es una joven vasca de origen chino que vive felizmente con sus padres de adopción en Galdakao.
La historia de Wendy no es única. Es un caso más de los miles que han jalonado tristemente la política de natalidad de los regímenes chinos. Tener más de un hijo estaba penado con multas exhorbitantes para unas pobres economías. Una de las consecuencias de esta política era el abandono de miles de niños en las aldeas chinas. Así apareció Wendy, abandonada con 21 días de vida en una calle de Lantsu, al noroeste de China. Su destino fue el orfanato más próximo.
Sin embargo, su suerte cambió cuando fue adoptada por un matrimonio galdakaotarra. Eso sucedió hace siete años. Desde entonces sus padres no han querido que Wendy pierda su lengua de origen. Tanto es así, que además de recibir clases de chino, una vez al año la familia hace un viaje a Madrid para comprar DVD de películas chinas.
Wendy asiste contenta a las clases. Reconoce que tiene que hacer un esfuerzo porque le cuesta hablar y escribir. Afortunadamente, ella hablaba chino mandarín en el orfanato, con lo cual no le supuso ningún problema seguir el ritmo de las clases en Bilbao con otros niños que son hijos de chinos.
Sus padres no lo dudaron. Un mes después de llegar a Bilbao con Wendy, que entonces tenía siete años, decidieron que debía mantener la lengua "para que no pierda sus orígenes y porque le puede abrir puertas en un futuro", comenta su madre Almudena.
Hoy en día, Wendy es una joven de 15 años que estudia 3º de la ESO en euskera en el instituto Elexalde de Galdakao. Aunque de pequeña no acudía con mucho entusiasmo a clase, ahora se ha dado cuenta de que es importante para su formación personal y académica. Le gustaría regresar a China a hacer turismo con su familia para recordar sus primeros años de vida. Aunque esos recuerdos son muy difusos y lejanos. A su madre también porque recuerda los días maravillosos que vivió cuando conoció a Wendy.
Fuente : http://www.deia.com/2010/01/24/bizkaia/mandarin-para-no-perder-la-raices
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