A más de una persona se le pusieron los pelos de punta ayer en China al trascender que la Administración de Aviación Civil investiga a los pilotos de sus líneas aéreas, tras descubrir que más de 200 falsearon sus currículos entre los años 2008 y 2009 para poder pilotar aviones para los que no estaban cualificados.
Estas revelaciones afloraron al estudiar los expertos de la aviación civil el accidente ocurrido el pasado 24 de agosto en el nuevo aeropuerto regional de Yichun, en la provincia nororiental de Heilongjiang. Una aeronave de Henan Airlines se partió por la mitad al fallar el aterrizaje y estrellarse contra el suelo un kilómetro y medio más allá de la pista de aterrizaje. Murieron cuarenta y dos personas y otras cincuenta y cuatro sobrevivieron. Se trata de la primera catástrofe aérea en China desde el 2004.
Según este informe, más de 200 pilotos han falsificado sus hojas de servicio y han adornado sus experiencias de vuelo ante la fuerte demanda existente debido al rápido desarrollo del sector. La mitad ha trabajado o sigue trabajando para Shenzhen Airlines, la compañía propietaria de Henan Airlines. "Algunos pilotos cambiaron muchas veces de trabajo, distorsionando constantemente su historial", dice el informe citado por el periódico South China Morning Post.
Ante estas revelaciones, la tendencia a copiar y la facilidad y frivolidad con que se adquiere una falsificación en China ha impulsado a las autoridades a ampliar sus investigaciones sobre la cualificación profesional de otros colectivos del sector aéreo. El Gobierno ha empezado a indagar la profesionalidad de los instructores de vuelo, de los controladores aéreos y del personal dedicado a las reparaciones.
El problema de las falsificaciones de currículos, así como de títulos oficiales, es un asunto que responde, en gran medida, al rápido desarrollo de la sociedad china y no es fácil atajarlo.
La gente quiere progresar rápidamente en la escala social, tener dinero y demostrarlo. Buena parte de las jóvenes generaciones no están dispuestas a regatear esfuerzos para conseguirlo.
Por ello, en una sociedad tan burocratizada como es la china la falsificación de documentos es un negocio muy rentable. Se pueden lograr unos ingresos anuales de más un millón de yuanes (114.000 euros), según publicó hace algún tiempo la agencia oficial Xinhua.
La oferta es abundante. En la calle o por internet se encuentran propuestas para falsificar títulos universitarios, permisos de residencia o de conducir, currículos y certificados de matrimonio o de divorcio. Todos a precios asequibles. Una licenciatura en una buena universidad o un certificado de boda, por ejemplo, cuestan 300 yuanes, unos 35 euros.
Comentarios