- Luis Arizaleta busca en su segundo libro establecer la diferencia entre prescripción (mandar leer) y mediación (invitar a leer), optando por la última como actitud en una educación literaria que cree afición.
El pamplonés Luis Arizaleta ha escrito su segundo libro bajo el título Circunvalación. JESÚS GARZARON
Cada año se editan en España unos 5.000 títulos para lectores entre 0-18 años, por lo que al día habría que leer unos quince. Por ello, la dificultad reside en tener que elegir.
Luis Arizaleta Comajuan (Pamplona, 1960), director del equipo de FIRA (Fomento de Iniciativas Recreativas y Artísticas), apuesta, en su segundo libro Circunvalación, por el adulto-mediador a la hora de establecer una educación literaria que cree afición, adulto que "lee, utiliza sus juicios de valoración, selecciona, propone, escucha la opinión de otros que han leído...". El autor, casado y con dos hijos, señala que esta actitud es distinta a la de la prescripción, que consiste en mandar leer por obligación.
¿Qué diferencias se aprecian entre la mediación o la prescripción a la hora de fomentar la lectura?
Las actitudes prescriptivas no crean lectores o por lo menos no fomentan la afición a la lectura. La mediación sí se propone crear afición a la lectura, una actitud favorable a los textos por parte de la persona que recibe las recomendaciones, personas con las que después compartimos los textos, opiniones, gustos y experiencias. El libro que he escrito y que se presentará en enero pretende aportar recursos a quienes quieren ejercer el rol de mediadores.
¿Quién puede ejercer este rol de mediador?
Educadores profesionales, personas que trabajan con niños de 0 a 3 años, en Primaria, Secundaria, también educadores de tiempo libre porque la educación formal cada vez se utiliza más, todos aquellos que puedan intervenir en la relación entre los lectores y los libros. Lo ejercemos los padres y madres, que además necesitamos orientación para poder recomendar buenos textos, adecuados a nuestros hijos e hijas.
¿Cómo se ejerce de mediador?
Dada la cantidad de referencias que se publican cada año, los mediadores deben partir de su propia experiencia. Primero se debe leer y aquello que se considere adecuado para un chico o chica, con quien se quiere compartir la lectura elegida, seleccionarlo. El primer criterio es la experiencia. En esta lectura se puede valorar el lenguaje que tenga profundidad, frescura, ritmo, lirismo... Si se trata de literatura ilustrada, que tenga una visión contemporánea de la realidad, que sea pictórico... Es interesante encontrar textos en los que el autor reflexione sobre su papel.
¿Y cuándo ya se ha elegido?
Cuando uno ha elegido, hay que probar, leer en voz alta, compartir la lectura para ver cuál es la interpretación que hace la otra persona, dialogar, pensar... Hay que ir probando y construyendo personalidades lectoras. Las bibliotecas son un buen lugar, ya que puedes elegir y confundirte.
¿A qué edad se empieza?
Desde que el niño nace, se le cantan canciones, se le enseñan juegos, onomatopeyas, rimas. Se le cuentan cuentos, se miran libros ilustrados y ya se están creando vinculaciones con el lenguaje. Pero aparte de la ficción hay que dialogar, escuchar, analizar las noticias, comentar películas.
¿Cuál es el objetivo?
Formar lectores autónomos, que tengan una motivación interior personal propia. Esta no se pierde. Se deben buscar motivaciones intrínsecas, reales, que se tenga una buena relación con el lenguaje, buenas experiencias de encuentro con textos de calidad. Si dependemos de lo que nos mandan leer profesores, padres o medios de comunicación, esa relación con la lectura decae. Y así lo muestran las cifras que dicen que hasta los 12 años un 70% se declara lector habitual, pero estas cifras caen en el momento en el que los jóvenes son más autónomos.
Circunvalación es el título de su segundo libro, ¿a qué se debe?
Yo viví en la calle Circunvalación, ahora Vuelta del Castillo. Es un libro en el que vuelvo a la infancia y trato de describir mi proceso personal de crecimiento y lo vinculo con lecturas que recomiendo. También existe una dimensión de circunvalación, de mirar desde fuera, porque en el centro predomina el marketing, la prescripción, pero también hay que tomar distancias para ver otras opciones, quizás más minoritarias, y poder optar a la mediación.
En el libro realiza 111 recomendaciones de títulos, ¿por qué se ha decantado por ese número?
He tratado de evitar cualquier número que pudiera parecer un canon. Son libros editados en la última década, desde 1999, en castellano. Libros que a mí me han parecido satisfactorios, que tienen calidad y hondura en el lenguaje, miradas nuevas, innovación estilística. Además el 111 corresponde al elemento químico unununio, que se evapora en 24 milisegundos. Es la idea de que esas 111 no tienen que durar para siempre, habrá otras 111. Quería huir un poco de la pretensión canónica.
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