Centinela silencioso de la inmensidad china, el gran Buda de Leshan ha sido testigo de siglos de historia desde su monte, fresco de niebla y rocío. Millones de turistas han experimentado su grave hechizo milenario. Se trata de un antiguo monumento de setenta metros de altura que se localiza en la ciudad de Lezna, provincia de Sichuan.
Admirable resulta este trabajo escultural labrado en un precipicio de roca que cae sobre un caudaloso río. La figura imponente hace que esta corriente de agua parezca estar llena de un poder místico. Este lugar sagrado, uno de los orgullos de la nación china, está catalogado como patrimonio de la Humanidad.
El Buda de Leshan fue esculpido en el siglo VIII, y el lugar de su construcción se erigió voluntariamente en la confluencia de tres ríos, para que así quedaran protegidos por su imagen divina, y los barqueros navegaran seguros hacia sus destinos. La estatua tardó ochenta años en ser completada.
La escala que ofrece el Buda de Leshan al comparar sus dimensiones con los visitantes que arriban a contemplarlo, aunado al encanto sublime de las señoriales pagodas y la atmósfera brumosa, logran quitar el aliento, y fomentar un profundo sentimiento de religiosidad.
Comentarios