Susana Ramos Vocal de la Asociación de Familias Adoptantes en Rusia ASFARU
JAIME GARCÍA
Érase una vez Ana, Andy y Ly_ La barcelonesa Susana Ramos acaba de publicar su cuento «El polvo de las estrellas», editado por Sekotia e ilustrado por Marina Pedrós, Iban Casanovas y Marc Esteban. El libro es a la vez un proyecto solidario y un relato entrañable sobre tres niños de diferente procedencia (Rusia, África y China) y sus familias de adopción.
Lleva ya ocho años bregando para que las adopciones internacionales dejen de ser una desalentadora carrera de obstáculos y una sangría de tiempo y de dinero.
-No desfallece y, además, es políticamente incorrecta.
-Porque, ante todo, soy madre de dos niños rusos. Y como mi primer libro «Mariposas: sentimientos y realidad de una madre adoptiva» tuvo una acogida buenísima, ahí ya empecé a luchar contra todas las cosas que no consideraba normales. Entre ellas, que a la gente que queremos adoptar se nos niegue poder hacerlo por libre. Ahora hay que adoptar obligatoriamente a través de las ECAI, entidades privadas acreditadas por las comunidades autónomas.
-Será un necesario mecanismo de garantía.
-Pues somos el único país en el que no se puede adoptar por libre. Y no porque el país de origen de los niños lo prohíba, pues cualquier estadounidense o francés lo puede hacer en Rusia, por ejemplo, donde hay 800.000 niños en los orfanatos. Aquí simplemente, las autonomías han dicho que no (no sabemos por qué) y entonces hay que soltar los 40.000 euros que llega a costar que te tramiten el proceso. Me he sentido desangrada económicamente, y como yo, mucha gente. Trato de demostrar que una persona física, sin ser persona jurídica ni ONG, puede hacer cosas
-Parece que ha declarado la guerra al procedimiento establecido.
-Las ECAI tienen que existir, pero la gente ha de ser libre para adoptar por las dos vías. Se debería abrir un protocolo público, de administración a administración. Tendría que haber las dos opciones para que la adopción no se convierta en elitista.
-Ahora publica un cuento solidario. ¿Cómo surgió?
-Cuando vino mi segundo hijo, le regalamos un cuento lleno de ilustraciones y de inmediato se abrazó a él y dijo: «¿Es sólo para mí?». Ahí me di cuenta de que jamás había tenido uno entre las manos y se me ocurrió una fórmula para lograr lo mismo para los niños de los orfanatos.
-¿Resultó arduo pasar de los buenos deseos a los hechos?
-He puesto dinero de mi bolsillo y, en colaboración con la editorial con la que siempre he trabajado, nació este cuento, el primero multirracial que existe en España.
-Habrá tenido que llamar a muchas puertas.
-A muchísimas. Pero mi momento de felicidad llegó hace un mes cuando recibí una llamada de la Fundación Pushkin. Me dijeron que iban a organizar una fiesta con apoyo de la Embajada rusa en España para los niños adoptados por familias españolas, y me pidieron que presente allí mi cuento. Será el 20 de diciembre.
-El libro es un relato sencillo pero con calado.
-Quiero que tenga varios significados: primero la integración multirracial, porque la adopción es un fenómeno social también y cada día hay más. Luego, busco que este cuento sea para los niños adoptados, para que sepan lo que eso significa.
-¿Sobre la base de su propia experiencia?
-Claro. Relato lo mismo que yo les cuento a mis hijos. Y, de paso, hemos logrado que sea un proyecto solidario en el que por los 17 euros que cuesta cada cuento compras dos: se han hecho los cálculos clavados para hacer otro libro en ruso para enviarlo a un niño sin familia. Y los llevaremos nosotros mismos, orfanato por orfanato, para que no se pierdan por el camino. Para mí esto es fundamental. El libro les dice a esos críos que si otros fueron adoptados, también a ellos les llegará su oportunidad.
-¿Y si no sucede?
-¡Sí que llegará! Los padres están ahí, en espera de tres años. Sólo falta derribar obstáculos. ¡En Estados Unidos se adopta en ocho meses!
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