Todos los niños por igual, necesitan del amor y de la seguridad de una familia, sin importar edad, sexo o capacidades diferentes.
La adopción es incluir en el seno de una familia a un menor o incapacitado que no sea consanguíneo, otorgándole los mismos derechos y obligaciones que tendría un hijo biológico, además de que los padres también adquieren los mismos derechos y obligaciones con respecto a su hijo, y la obligación de darle nombre y sus apellidos.
En México la cultura de adopción apenas se está generando, pues hace una década, hablar de adopción generaba muchos tabúes, pero que gracias a la apertura en los medios de comunicación y en la sociedad en general, además del trabajo realizado en los centros especializados, se ha logrado avanzar en el conocimiento de la adopción, eliminando miedos infundados que llevaban a ocultar a los hijos su condición de adoptados.
Dicha cultura empieza con los padres de familia, quienes deben de prepararse e informarse respecto a la adopción que pretenden (o que ya realizaron) a fin de ser asesorados en el aspecto médico, cultural, legal y social para evitar que se contaminen con informaciones que generalmente no son las más correctas o las más precisas.
No existe cultura de adopción respecto a la de niños mayores y discapacitados y quienes quieren adoptar, se inclinan siempre por un recién nacido, negándole incluso la adopción a niños pequeños (de 3 a 5 años) ¡que decir de los niños mayores de 6 años quienes al cumplir esta edad, estarán condenados a vivir Institucionalizados por la falta de compromiso y voluntad de los padres adoptivos que, por poco conocimiento piensan que no podrán “moldearlos “ a su estilo de vida y que ya no podrán “sanar” las vivencias de éstos!
En México, según datos estadísticos del DIF, en los últimos 3 años en una casa hogar del D. F. solo fueron adoptados dos menores varones en una cantidad de 105 niños, lo que indica que aún existen tabúes, temores y creencias que impiden que se lleve a efecto una adopción en niños de estas condiciones.
Quizá una de las razones más evidentes sea la fuerte creencia de que al adoptar un bebé, es más fácil la integración de la familia y de que existe esa posibilidad de vivir cada etapa del crecimiento de un hijo; necesidad latente, sobre todo, en aquellas personas que no han podido concebir un hijo propio.
Sin embargo, en cada etapa del desarrollo de un niño se experimentan emociones bellas y diferentes, y todas sin excepción son de igual importancia. El vínculo afectivo que se establece entre padres e hijos no depende de la edad del menor, más bien tiene que ver con la dedicación, atención, amor y paciencia que se le otorgue.
Por otro lado, están los niños discapacitados, quienes, desde nacidos experimentan el rechazo de sus padres biológicos así como de la sociedad en general y si no existe consciencia ni cultura para integrar a los discapacitados en general, mucho menos personas valientes y conscientes que les otorguen una oportunidad de crecimiento dentro del seno de una familia adoptiva por todo lo que ya en si conlleva hablar de capacidades diferentes.
Sin embargo, pese a que se ha vuelto tan normal la adopción para algunos, mitos y prejuicios ancestrales pesan aún sobre quienes no ven en esta alternativa algo más que una remota posibilidad, en tanto que a muchos pequeñitos, mayores de 3 años, discapacitados o víctimas de abandono, maltrato u orfandad, se les deja sin la oportunidad de integrarse a una familia que los quiera y que los proteja. La lucha mayor para difundir cultura de adopción se encuentra en estos dos grandes rubros “MAYORES Y DISCAPACITADOS” así como la adopción de grupos de hermanos.
Si deseas adoptar a un niño o una niña y brindarle la oportunidad de crecer en un ambiente lleno de amor, así como darte a ti la oportunidad de saber lo que es ser padre, puedes obtener mayor información en www.vifac.org o al 018003622207.
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