Una niña de 3 kilos y 400 gramos de peso nacida entre el lunes y el martes es la víctima del segundo episodio de abandono de bebés ocurrido en Badajoz desde el año 2005. Si en aquella fecha fue un varón con horas de vida el que apareció en una tranquila calle de Huerta Rosales (proximidades de Mercadona), esta vez ha sido una pequeña que, según las primeras estimaciones realizadas por los sanitarios, debió ser dada a luz entre 24 y 48 horas antes.
El Servicio Extremeño de Salud confirmó ayer por la mañana que la niña se encontraba en perfecto estado de salud y que no había sufrido ninguna secuela durante los minutos que pasó alejada de su familia.
De momento no se conoce su procedencia, pero la familia que la descubrió la noche del miércoles en la calle Sergio Luna asegura que se encontraba bien. «Estaba llorando, pero cuando la cogí y la acuné se calló», explicó Ana María Dópido, la futura suegra de la joven de 25 años que la descubrió.
Esta vecina de Ciudad Jardín explicó que tan pronto como la novia de su hijo la halló, decidieron dar el aviso a las fuerzas de seguridad. La primera llamada la hicieron al 091 y unos instantes después se presentó en la zona un coche patrulla del Cuerpo Nacional de Policía.
Casi al mismo tiempo llegó la ambulancia del 112 y un poco después la niña fue trasladada al Hospital Materno Infantil, cuyo acceso se encuentra a unos 300 metros del lugar del suceso.
Para Ana María y su familia los minutos iniciales fueron difíciles. No podían imaginar que ante ellos se encontraba un bebé completamente desprotegido del que se acababa de desprender alguien que por alguna razón no podía atenderlo. «Esta noche he pensado mucho en la niña, me da pena de que le hicieran eso», confesó ayer por la mañana.
Al aire libre
Mientras pronunciaba esas palabras, el bloque que ocupa el número 9 de la calle Sergio Luna (frente a los aparcamientos de la 'L') permanecía tranquilo, pero apenas 12 horas antes una niña con escasas horas de vida fue depositada en el porche descubierto comprendido entre una verja metálica y la puerta acristalada que permite acceder al edificio. «Estaba justo en la esquina, al lado de la puerta».
Tal vez la persona que eligió ese lugar para colocar la bolsa debió pensar que se trataba de un lugar seguro al que difícilmente podría acceder un animal suelto. «No tenemos ni idea de lo que sucedió, pero normalmente los padres de los niños abandonados suelen permanecer en las proximidades del lugar hasta cerciorarse de que alguien se ha hecho cargo del bebé», explicó un policía con años de experiencia.
En cualquier caso, la niña no debía llevar demasiado tiempo a la intemperie, puesto que un matrimonio de jubilados que había estado en esa zona unos diez minutos antes aseguró después que en ningún momento escucharon el llanto de un bebé.
Quien sí se percató de la presencia de la bolsa fue la futura nuera de Ana María Dópido y rápidamente avisó a su familia. «Ha sido una suerte haberla encontrado a esa hora, si hubiese sido más tarde la criatura habría pasado frío porque esa noche refrescó bastante».
Esa circunstancia podría haber resultado fatal. El bebé sólo tenía uno o dos días de vida y aún no se le había desprendido la pinza de plástico que se les coloca en el ombligo cuando son separados del cordón umbilical de su madre. «Estaba vestidito con ropa de bebé normal y envuelto en una mantita de color azul. Lloraba, pero se veía que estaba bien, bien, bien», añadió Ana María.
Abrigada
El pijama y las botitas que vestía, junto con el chupete, la manta que lo envolvía y la bolsa deportiva (de color rojo y negro con una leyenda en la que se leía 'Sport') son las únicas pruebas que maneja hasta ahora el Cuerpo Nacional de Policía.
También la pinza que le sujetaba el cordón está siendo analizada por la Policía Científica para intentar determinar su procedencia y saber si es similar a las que se utilizan en los hospitales españoles o portugueses, pues no se descarta que el bebé pudiera haber sido traído desde más allá de la frontera y depositado en las inmediaciones de la maternidad de referencia para las mujeres que viven en Elvas y su entorno.
Esa tesis se vería fortalecida por algunas de las etiquetas encontradas en los objetos que acompañaban al bebé, puesto que se trata de una marca portuguesa.
Todos esos datos podrían conducir a los padres de la niña, en cuyo caso la justicia actuaría contra ellos.
El Código Penal castiga, y de forma contundente, el abandono de un menor y en su artículo 229.3 indica textualmente que «se impondrá la pena de prisión de dos a cuatro años cuando por las circunstancias del abandono se haya puesto en concreto peligro la vida, salud, integridad física o libertad sexual del menor de edad o del incapaz, sin perjuicio de castigar el hecho como corresponda si constituyera otro delito más grave».
La Delegada del Gobierno en Extremadura confirmó ayer que la Policía había abierto una investigación con el fin de esclarecer los hechos y encontrar a los responsables de este caso de abandono infantil.
Igualmente afirmó que ese delito se podría haber evitado si los padres hubiesen entregado en adopción al bebé siguiendo el cauce legal establecido, puesto que en los mismos hospitales es posible realizar el proceso con total confidencialidad.
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