El descenso de la natalidad y la disminución de la adopción nacional ha provocado que las familias interesadas en adoptar un niño miren más allá de nuestras fronteras. De este modo, España se ha convertido en el segundo país del mundo en número de solicitudes de adopción internacional, tan sólo superado por EE UU.
Sin embargo, en la actualidad existen más solicitudes que niños susceptibles de ser adoptados. La pregunta que le puede surgir a cualquiera con dos dedos de frente es “¿cómo puede suceder esto habiendo tantas guerras, catástrofes, hambre y calamidades en los países del Tercer Mundo?”. La respuesta podría ser aquélla de “porque resulta complicado y tedioso, burocráticamente hablando, conseguir el visto bueno en una adopción internacional”.
Y en parte es así. Pero es así por un motivo lógico, ya que es necesario evitar los abusos, los secuestros y el tráfico infantil. Además, existe todo un proceso de preparación que justifique la idoneidad de los solicitantes y que, a la vez, permita que familia y niño se conozcan, adapten y comiencen a quererse. Debe existir una valoración de la capacidad, la aptitud y la motivación de la adopción. No se deben confundir los términos: es el niño el que tiene derecho a una familia y no la familia a un niño.
En cualquier caso, si los países facilitaran los trámites (en algunos casos judiciales o administrativos) ambas partes, familia y niño, podrían disfrutar de una mayor calidad de vida. El amor no tiene fronteras, ni entiende de idiomas, ni siquiera de papeleo y gestiones interminables.
Fuente: http://www.globalhenares.com/noticia.asp?ref=74511
Y en parte es así. Pero es así por un motivo lógico, ya que es necesario evitar los abusos, los secuestros y el tráfico infantil. Además, existe todo un proceso de preparación que justifique la idoneidad de los solicitantes y que, a la vez, permita que familia y niño se conozcan, adapten y comiencen a quererse. Debe existir una valoración de la capacidad, la aptitud y la motivación de la adopción. No se deben confundir los términos: es el niño el que tiene derecho a una familia y no la familia a un niño.
En cualquier caso, si los países facilitaran los trámites (en algunos casos judiciales o administrativos) ambas partes, familia y niño, podrían disfrutar de una mayor calidad de vida. El amor no tiene fronteras, ni entiende de idiomas, ni siquiera de papeleo y gestiones interminables.
Fuente: http://www.globalhenares.com/noticia.asp?ref=74511
Comentarios