El Bund deja atrás meses de polvo y excavadoras para regresar con un aspecto renovado, a sólo un mes de que comience, el próximo 1 de mayo, la Exposición Universal de 2010, el mayor acontecimiento internacional que acoge China desde los JJOO de Pekín 2008, que está provocando un profundo lavado de cara a toda la ciudad.
El centenario malecón, construido a mediados del siglo XIX como un atracadero para los mercantes británicos, frente al que se fueron levantando sedes bancarias y edificios de aduanas, ofrece ahora un paseo más agradable que nunca, con aceras tres veces más anchas y seis carriles de tráfico soterrados, de los 11 que había hasta 2007.
Ahora se pasea donde antes se eternizaban hileras de vehículos circulando con lentitud, y se puede llegar hasta el río por pasos de peatones, a los pies de sus 33 edificios coloniales, todo un "museo de arquitectura", como suelen apodar los chinos al Bund (llamado "Waitan" en mandarín, la "Orilla de los extranjeros").
Antes había que atravesar congestionados pasillos subterráneos que sorteaban el tráfico, mientras que ahora la gente está arriba y los coches abajo, y buena parte de los vehículos que se ven todavía al aire libre en los más de dos kilómetros de la avenida que atraviesa el Bund, Zhongshan Dong Yi Lu, son autobuses y taxis.
También ha desaparecido del paisaje "la curva número 1 de Asia", el famoso tobogán en que terminaba una de las principales arterias elevadas de la ciudad, que apenas duró una década, pero que ofrecía una vista inmejorable tanto del Bund como del bosque de rascacielos de la orilla oriental ("Pudong").
El particular mirador, que provocó durante años más de un susto por los autobuses y vehículos que ralentizaban en la curva para tomar fotografías, fue inmortalizado en películas como "Balzac y la joven costurera china" (Dai Sijie, 2003), pero ahora está también soterrado, lo que crea un paisaje urbano más agradable.
Desde su reapertura, este domingo, la orilla oeste del meandro más famoso del río Huangpu, que divide el corazón de la ciudad, vuelve a ser un constante hervidero de gente, entre visitantes y curiosos locales que vuelven a agolparse para hacerse fotos junto a las barandillas del río.
Aún no se han vuelto a poner en marcha las habituales tiendas de comestibles y recuerdos, pero los shanghaineses ya le han devuelto la vida al malecón, desde los ancianos que se reúnen a practicar gimnasia y artes marciales después del alba a los fotógrafos y pintores aficionados que suelen verse al borde del agua.
"Me gusta mucho el nuevo Bund", dijo a Efe Han Xuejing, una turista originaria de Harbin, en el lejano noreste chino, a 1.700 kilómetros de distancia. "He venido porque dentro de China también se pueden ver paisajes exóticos, las construcciones aquí son muy especiales".
Para ver arquitectura europea "no hace falta viajar al extranjero, además aquí también se puede ver a muchos extranjeros", comentó.
Cuando se pregunta a los shanghaineses, casi todos suman al cariño que le tienen a la parte más espectacular y emblemática de su ciudad, el orgullo de acoger la próxima Expo.
"Creo que (el Bund) ahora está estupendo, y estoy muy contento que de los extranjeros vengan y participen, estamos muy contentos.
¡Bienvenidos a Shanghái y a China!", exclama Niu Wangping, un joven de las afueras de la metrópoli.
Después de todo, como señala otro shanghainés, Sheng Yukang, "el Bund es el mejor sitio de Shanghái, porque aquí se puede ver la transformación de la ciudad. Es difícil comparar lo antiguo y lo nuevo, son diferentes como el cielo y la tierra, pero aquí se pueden comprender de un vistazo todos los cambios". EFE jad/trr/gmp/cat
Fuente: http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=330178
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