Ayantu es de Etiopía y tiene 4 años. Su llegada a Badajoz hace un año y ocho meses cambió la vida de Carmen Tejero, que todavía se emociona cuando recuerda la primera vez que abrazó a su pequeña. «Se me pone la carne de gallina», reconoce. Aunque su familia es monoparental, Carmen decidió adoptar una niña porque quería ser madre. Así, tras un largo proceso de adopción llegó Ayantu, que significa 'Regalo de Dios'. «Le he mantenido el nombre por respeto a sus orígenes», explica. Cuenta que lo más duro para ambas fue el principio. Pasar por un procedimiento de adaptación era inevitable. De repente, la menor se encontraba en un país diferente, con otra cultura, otras costumbres y otro idioma. «Los primeros meses no podía salir a la calle porque los coches la asustaban», señala.
A pesar de todos los problemas iniciales, esta madre se siente tan contenta con la experiencia que ahora está pendiente de adoptar a su segundo hijo. «Ayantu me cambió la vida. Ahora soy más feliz».
Pero Carmen no es la única pacense que se encuentra en esta circunstancia. Centenares de familias optan por esta alternativa. Precisamente para que puedan mejorar sus habilidades parentales y su capacidad de resolución de situaciones difíciles y específicas que plantea este tipo de paternidad, Cruz Roja está llevando a cabo en Badajoz una Escuela de Familias Adoptivas. Este proyecto, puesto en marcha tras firmar un convenio con la Consejería de Igualdad y Empleo, tiene como objetivo que los padres aprendan técnicas y recursos para que puedan desarrollar su función educativa y socializadora con total normalidad, proporcionándoles apoyo, orientación y asesoramiento.
«Hay muchos problemas que se originan en el núcleo familiar de un niño adoptado que en otros no surgen. Lo que más le suele costar a un padre adoptivo es el tema de la revelación, comunicar a su hijo que es adoptado y contarle sus orígenes. Yo les recomiendo que es algo que se tiene que hacer siempre, desde que son pequeños. También surgen problemas durante la adolescencia. Si esta etapa ya es delicada para cualquier padre, se complica para los adoptivos. Van entendiendo que son adoptados y la crisis de identidad que estos jóvenes sufren a esta edad se puede ver agravada al tener que encajar la existencia de dos familias», indica Miriam Fernández, psicopedagoga y monitora de esta escuela.
En total, 18 personas participan en esta iniciativa que se desarrollará en ocho sesiones de dos horas de duración cada una. A ella asisten matrimonios, un sólo miembro de las familias biparentales y familias monoparentales que tienen ya a su hijo adoptivo en su domicilio. A través de las clases teóricas los progenitores amplían sus conocimientos acerca de la adopción y de las necesidades de los niños. «El entendimiento y la comunicación es fundamental. El pequeño se tiene que adaptar a un nuevo lugar, con otras costumbres y otro modo de vida. Además, muchas veces han pasado por experiencias dolorosas y problemáticas. Los padres se tienen que esforzar más para entenderlos, un proceso que es lento», dice la psicopedagoga.
Otro fin de esta escuela es que los participantes puedan conocer a otras familias que están en su misma situación. Con ellas pueden hablar y compartir experiencias. Eso, al menos, es lo que más le ayuda a Herminia Moreno. Adoptó a Yuriy, de Rusia, hace cuatro años y todavía llora cuando piensa en él. «El proceso fue más duro para él que para mi. Cuando lo vi la primera vez era como un pequeño soldadito. La segunda vez que nos encontramos me dijo que estaba enfadado conmigo porque no me lo había llevado», señala.
Estos padres lo único que desean es lo mismo que los demás padres, disfrutar con sus hijos dándoles lo mejor para que sean felices.Fuente: http://www.hoy.es/v/20100423/badajoz/aprendiendo-padres-adoptivos-20100423.html
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