La franco-canadiense Léa Pool firma la película «Mamá está en la peluquería», que llega a España con dos años de retraso
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Aunque el título lo sugiera, no se trata de una película sobre mujeres azucaradas al estilo «Caramel», ni un vistazo costumbrista a la vida de las profesionales del corte de cabello. «Mamá está en la peluquería» es un eufemismo y, como todo eufemismo, contiene ese trazo doloroso que las palabras pretenden ocultar. Verano de 1966 en Quebec, Canadá. Cuando los niños de la familia se preparan para disfrutar de las esperadas vacaciones, la madre descubre que el padre ha tenido un affaire con otro hombre y abandona el hogar. El cuento de hadas infantil se resquebraja a los ojos de Élise, la hermana mayor, quien decide coger el timón de una familia a la deriva. En este contexto se desarrolla el nuevo filme de la reconocida directora suiza, franco-canadiense por adopción, Léa Pool («El último suspiro», «La señorita salvaje»), cineasta de larga trayectoria, cuya sensibilidad y agudeza visual se reflejan en una película que no romperá taquillas pero que si dejará con una agradable sensación a más de uno.
-¿Es reduccionista que se califique sus películas como «cine feminista»?
-Sí y no. Mi cine es feminista porque soy una mujer y pienso que el feminismo ha hecho mucho por las mujeres, pero eso no lo señalamos cuando es un hombre el que hace cine.
-¿Sigue siendo más difícil para el género femenino dirigir cine?
No fue difícil para mí y en Quebec la situación no es del todo mala, pero es verdad que sólo hay un diez por ciento de mujeres haciendo películas y un noventa de hombres.
-¿Cuál es el desarrollo en Canadá del cine francófono y cuál es la relación con las películas de la zona anglófona?
-Se trata realmente de dos culturas diferentes y no hay una comunicación real entre ambas comunidades. Los francófonos no ven los filmes de la zona anglófona y viceversa. Creo que la mayoría de las películas de la parte inglesa de Canadá son más como las de Estados Unidos, quieren parecerse a Holywood. Pero en Quebec la situación es distinta, porque solo somos seis millones de francoparlantes en un continente donde se habla mayoritariamente inglés y castellano. Además nuestras películas son muy difíciles de exportar porque están muy conectadas con la cultura de Quebec. Incluso en Francia, no son muy bienvenidas porque el acento es muy diferente.
-¿La película tiene una conexión con su vida personal?
-Sí. Cuando era una niña mi madre me abandonó por tres años en un orfanato porque no podía cuidar de mi. Yo era muy pequeña y por supuesto ese hecho tuvo sus consecuencias. Y, por otro lado, yo he adoptado una niña. La historia de una madre que abandona a sus hijos es muy cercana a mi propia vida.
-¿Fue muy doloroso para usted revivir esta experiencia en la película?
-El sentimiento de que una madre pueda abandonar a sus hijos para mí es muy doloroso y es algo que yo no podría hacer. Los extrañaría tanto, que ni siquiera puedo imaginarlo. Pero, al mismo tiempo, veo que es algo posible y que la vida es más complicada de lo que pensamos. Cuando un hombre abandona su hogar, nadie lo cuestiona y todos piensan que incluso es algo normal pero que lo haga una mujer es la cosa más terrible del mundo. Y aunque yo misma tenga este sentimiento en contra, también me pregunto por qué una mujer no tiene el derecho de irse, al menos unos meses, para darse cuenta qué es lo que quiere. Ese, precisamente, es el problema del que habla la película. No estoy diciendo que sea bueno o malo, sólo digo que es posible.
-Y además en un contexto histórico muy diferente...
-Hay que tener en cuenta que el filme transcurre en la década de los sesenta, en un ambiente burgués, en el que todos se conocían con todos y donde la homosexualidad estaba completamente escondida. Para la madre de la película el hecho de que su marido tuviera un affaire con un hombre era algo demasiado difícil de soportar.
-Sus películas suelen tratar temas relacionados con la homosexualidad ¿Cree que este tipo de tramas tienen suficiente difusión en las pantallas?
-La situación ha mejorado, pero aún no está del todo presente en el cine. Pero hace veinticinco años no había casi nada, y menos de homosexualidad femenina.
-¿Cómo ha logrado actuaciones tan realistas en los niños?
-Antes de ser directora de cine fui maestra de escuela en mi Suiza natal y siempre tuve una fuerte conexión con ellos. Previo al rodaje realicé un campamento junto con los niños de la película, donde nos divertimos mucho. Para cuando se reunieron en el set, ya eran amigos.
-Ésta es su película número quince. ¿Cómo ha cambiado su cine en estos años?
-No demasiado. Mis primeros filmes eran más de cine arte y ahora un poquito más comerciales. Pero creo que el tema central de mis películas sigue siendo el mismo: las personas que atraviesan una crisis personal, un punto decisivo en sus vidas, y tienen que tomar decisiones. La vida es movimiento y cambio. Si no hay crisis, no hay nada.
Fuente: http://www.abc.es/20100730/cultura-cine/historia-madre-abandona-hijos-201007301323.html
Fuente: http://www.abc.es/20100730/cultura-cine/historia-madre-abandona-hijos-201007301323.html
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