Shi Lansong rema para llevar a tres de sus alumnos a través del lago del Gran Dragón, en el lejano suburbio de Nanning, ahorrándoles más de una hora de escalada por la empinada montaña.
"Nos vemos junto al lago a las 6 de la mañana". A pesar de que esta frase parezca un llamado a disfrutar de una cita romántica, en realidad es lo que el profesor Shi Lansong repite a sus alumnos de 8 años cada día.
Para llegar a la escuela cada día sus alumnos necesitan escalar durante más de una hora para cruzar la montaña que les separa de ella. Para evitarles ese esfuerzo, Shi les lleva cada día en un bote a través del lago, una ruta mucho más corta, aunque también llena de peligros.
Durante 25 años, Shi ha transportado a través del lago a muchos niños de los pueblos situados a su alrededor, y calcula que en total ha hecho alrededor de 18.000 viajes. Además, es responsable de su seguridad, y sólo se permite transportar a entre 8 y 13 niños a la vez.
Shi no sólo no cobra por este trabajo, sino que además se hace cargo del coste que supone comprar y mantener los hasta ocho botes que ha usado a lo largo de los años. Al cabo de unos tres años de ser usado, el bote necesita ser sustituido por uno nuevo ya que en caso contrario podría no ser seguro. Con un salario de tan sólo 120 yuanes al mes, esta es, desde el punto de vista económico, una tarea difícil.
Salvando vidas
Uno de los 18.000 viajes de Shi atravesando el lago
La vida en esto pueblo rodeado de agua parece caracterizarse por su monotonía, tan sólo turbada por puntuales incidentes dramáticos. El tiempo que pasa en el lago ha hecho de Shi un auténtico salvavidas en numerosas ocasiones: en 1992, salvó a una pareja de turistas que había caído al agua durante un paseo por el lago, en 2003, a un niño de cuatro años que se había adentrado peligrosamente en las aguas, y, particularmente, en 1997, a 17 estudiantes de secundaria cuyo bote había naufragado en medio del lago y que, no sabiendo en la mitad de los casos siquiera nadar, se hubieran ahogado si Shi no hubiera estado cerca con su bote en aquel momento.
Este incidente le valió ser reconocido por todos como un héroe, e incluso la prensa local se hizo eco de la noticia.
Por otro lado, dada la fragilidad de su bote, es increíble lo impecable del historial de Shi en lo tocante a la seguridad en sus desplazamientos. Incluso cuando en 2004 una fuerte tormenta le sorprendió en mitad del lago mientras llevaba a seis niños en su bote, finalmente no hubo que lamentar ninguna desgracia.
Shi dice que en esa ocasión estaban todos muy asustados, los fuertes vientos les empujaban lejos de la orilla y el agua había empezado a entrar en el bote, y desde entonces decidió que por seguridad nunca volvería a llevar a más de dos o tres niños a la vez en su bote, y que estos debían tener diferentes edades para que los mayores, más fuertes, pudieran ayudar a los pequeños en caso de necesidad.
Desde luego los niños y sus padres tienen muchísimas razones para confiar en su maestro y agradecerle la labor que lleva a cabo. Cuando se le pregunta a Shi cual es su sueño, contesta que “conseguir uno de esos botes grandes con motor que pueden transportar a una docena de personas y tienen un recubrimiento de hierro para el casco”. Pero este sueño, de por lo menos 20,000 yuan, está por el momento lejos de su alcance.
La pobreza en el paraíso
Con dos sillas a cuestas, Shi se encamina a la escuela en la que trabaja como profesor
El pueblo de la Cueva del Gran Dragón es uno de los muchos que bordean el lago, situado a unos 25 kilómetros de la ciudad de Shanglin, dentro de la región de Nanning en la provincia de Guangxi. A pesar de que no es una gran distancia, la ciudad es difícilmente accesible por carretera, y se tarda un mínimo de dos horas de llegar a ella en coche.
En lago se formó durante la década de los cincuenta, cuando se construyó una presa para recoger las aguas de los ríos subterráneos de la zona y que ayudó a controlar las crecidas y a construir una reserva natural. Sin embargo, esto también provocó la pérdida de tierras por parte de los agricultores locales, que desde entonces empezaron a depender de los subsidios del gobierno para sobrevivir.
También provocó que muchísimos aldeanos abandonaran sus hogares y se dirigieran a las ciudades para buscar trabajo, dejando a sus hijos pequeños al cuidado de los abuelos. Muchos de estos niños prefirieron abandonar la escuela para evitar el peligroso viaje que tenían que hacer cada día para llegar allí.
Sin embargo, Shi Lansong cree que es mejor para ellos ir a la escuela, y por ello se esfuerza para facilitarles con su bote el camino hasta ella. Aunque no tiene grandes esperanzas de que sus alumnos lleguen a la universidad y consigan trabajos bien remunerados, dice que incluso si trabajan en una fábrica conseguirán mejores puestos si han obtenido una educación.
Una historia personal
Shi conoce de primera mano la importancia de una Buena educación. En 1985, no pudo acceder a la universidad por faltarle tan sólo unas décimas en el examen de entrada, y tuvo que contentarse con el puesto de profesor sustituto en su pueblo natal. Al principio, no ganaba más de 36 yuanes al mes, y, después de mucho tiempo, llegó a ganar 200 yuanes.
Cuando su hermano Lanjun le visitó en 1992, le pidió que fuera con él a la provincia costera de Guangdong, donde podría encontrar un trabajo mucho mejor pagado en una fábrica, pero, aunque Shi estuvo tentado a ello, no pudo dejar así como así a esos niños a los que cada día transportaba en bote hasta la escuela.
Permanecer en el pueblo como profesor le supuso un sinfín de sacrificios. Por ejemplo, con su escaso salario, no pudo costear los estudios de ingeniería de su hijo, que ahora, a los diecinueve años, trabaja como peón en Nanning.
Su casa, por otro lado, es también un claro testimonio de las dificultades por las que atraviesa. De las 32 casa del pueblo, la de Shi, construida en 1995, es la más vieja y cuenta sólo con dos simples y pequeñas habitaciones, y una terraza en la que seca maíz y pescado. Mientras, sus vecinos tienen casas de dos pisos con tejas nuevas y espaciosas habitaciones recién pintadas.
El poco dinero que ha podido ahorrar a lo largo de este tiempo lo ha empleado a menudo en sus alumnos, a los que a menudo regala materiales para el colegio. Su mujer, abrumada por estas dificultades, amenazó en el pasado con dejarle y volver a la casa de sus padres, pero finalmente aguantó con él los tiempos más difíciles.
Cuando Shi fue contratado oficialmente como profesor en 2005, su sueldo se incrementó hasta los 1.000 yuanes, y de forma lenta pero estable ha ido aumentando con los años. A menudo, Shi dice sentirse culpable por no haberle podido dar a su hijo mayor la educación que quería, y se jura a sí mismo que no ocurrirá lo mismo con su segundo hijo, que ahora es un orgulloso estudiante de 15 años en un internado.
Zheng Yan y Huang Zhaohua han contribuido en esta historia.
Fuente: http://spanish.china.org.cn/society/txt/2010-07/23/content_20562197.htm
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