El trámite de Pasaje Verde permite adoptar a niños procedentes de China con necesidades especiales
Juan tiene cinco años. Sufre una grave cardiopatía llamada Tetralogía de Fallot, que produce cuatro alteraciones en el corazón. Fue operado en China, «bastante bien», cuentan sus padres. Le ha quedado como secuela una leve deficiencia pulmonar, que nadie adivinaría viendo la energía que desborda. Valle Alonso y Mauricio González, sus padres, cuentan que hasta los médicos están sorprendidos por su recuperación. Va a revisión una vez al año «aunque no creo ni que le haga falta eso», asegura Valle mientras le ve corriendo por el Retiro detrás de su hermana mayor, Paula, de 10 años.
Enzo y Clara llegaron a Madrid con labio leporino en diferentes grados. Esta enfermedad se produce cuando al embrión se le separa el labio superior. Es la más habitual en las adopciones por Pasaje Verde. Eulalia, la madre de Clara, le echa la culpa a la contaminación de China, aunque no hay ningún estudio que relacione esta enfermedad con alguna causa.
En el caso de Clara, el labio leporino vino acompañado por fisura palatina, que es una abertura en el paladar que produce dificultades en el habla y, sobre todo, de alimentación. «Cuando la recogimos nos sorprendía que al merendar le salía el plátano por la nariz, todos los niños se reían y a ella le encantaba ser el centro de atención», cuenta Eulalia Domingo, su madre, que junto a Juan Manuel Recover, su padre, han conseguido que tenga una vida normal a base de operaciones y visitas al logopeda.
Enzo tiene un problema añadido, y es que su patología le llegó hasta la garganta. Tiene cuatro años y aún no puede hablar y temen que haya perdido audición por las constantes infecciones de oído. Su tratamiento no terminará hasta los 7 años. Aún así, sus padres, Elisa Ortiz y Francisco Barba, que ya adoptaron a un niño ruso hace algunos años, Duma, aseguran que todos los niños adoptados tienen problemas: «Duma venía con una carga psicológica que es más difícil de tratar», afirma Francisco. Elisa dice que todos los adoptados tendrían que ser por Pasaje Verde, porque «ninguno viene exento de problemas».
Los hermanos son caso aparte. Paula, la hermana de Juan, no se separa de él, juega y le enseña a hacer todo tipo de trastadas. Juan llega mojado de arriba a abajo, y cuando Valle está a punto de gritarle, señala a su hermana y dice: «Ella también se ha mojado». Su hermana sonríe, orgullosa de tener un seguidor tan fiel. En el caso de Clara, su hermano Nicolás no le quita el ojo. Él le pone los cascos para que escuche su misma música y le enseña a chocar los cinco. Ella es tan presumida que al oir a Nicolás decirle «foto» posa como si se tratara de una modelo.
En el caso de Enzo ya son familia numerosa. Su hermana mayor, Elisa, ya ha tenido que pasar por dos adopciones, y se lo toma como algo muy natural. Asegura que no repara en la enfermedad de su hermano Enzo, y su madre cuenta lo mal que se lleva con Duma, «como todos los hermanos».
En el caso de Enzo ya son familia numerosa. Su hermana mayor, Elisa, ya ha tenido que pasar por dos adopciones, y se lo toma como algo muy natural. Asegura que no repara en la enfermedad de su hermano Enzo, y su madre cuenta lo mal que se lleva con Duma, «como todos los hermanos».
Adoptar por Pasaje Verde no es fácil. El primer obstáculo es conocer este trámite. Elisa lo sabe bastante bien, ella es la encargada del blog «Hijos que esperan», que trata de ofrecer casos reales para que la gente conozca esta vía de adopción: «A través del blog nos llegan muchas preguntas de gente», asegura.
Una decisión «injusta»
Los padres eligen qué patologías estarían dispuestos a recibir. En este paso todos coinciden en que es muy injusto. Valle asegura que en Estados Unidos, donde están más concienciados, adoptan incluso a niños con enfermedades terminales. En un periodo de seis meses de media, los niños ya están en España. Excepto para Elisa y Francisco, que tuvieron que esperar casi un año por un problema con su ECAI (Entidad Colaboradora de Adopción Internacional). Aún así, tienen mejor recuerdo que en la adopción en Rusia: «Los chinos son más transparentes», admite.
Pasaje Verde no solo ofrece una oportunidad a los niños con enfermedades, también a los mayores de 7 años. Para los padres adoptivos es difícil entender que estén fuera del régimen de adopción ordinario: «Un hijo biológico también puede tener enfermedades», señala Francisco. Ellos han elegido esta vía porque les interesa darles una buena vida a sus hijos, «como lo harías con cualquier otro», cuenta Eulalia. «Seguimos creyendo que tenemos derecho a elegir, y son ellos los que tienen derecho a ser felices», sentencia Valle.
Fuente: http://www.abc.es/20100816/madrid/oportunidad-tenida-verde-20100816.html
Fuente: http://www.abc.es/20100816/madrid/oportunidad-tenida-verde-20100816.html
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