Desde cursos de peluquería a carreras universitarias para que, entre otras cosas, esta sociedad deje de preferir tener hijos varones
La fundadora del centro Wu Qing impartiendo clases (R. T.)
En China a la situación de la mujer rural todavía le queda mucho por mejorar y que se equipare a la que vive en la ciudad. Por ejemplo, el sueldo medio es tres veces menor en el campo que en las urbes del país asiático. Gracias al trabajo que hacen desde organizaciones como el Centro de Educación para Mujeres Rurales de Pekín, muchas comienzan a saber los derechos y responsabilidades que tienen en la sociedad.
Una de las fundadoras del Centro es la activista china que lucha por los derechos de la mujer Wu Qing, de 73 años, natural de la provincia de Jiangyin, que consiguió en 2001 el Premio Ramon Magsaysay al Servicio Público, considerado como el Premio Nobel Asiático, y que la convirtió en la primera mujer en obtenerlo. Esta profesora hace hincapié en que “lo primero y más importante es educar a las mujeres del campo a ser buenas personas y a que ayuden a todo el mundo, ya que nuestra idea no sólo es enseñar como ser una buena camarera y ganar dinero, sino una manera de vivir que pueda mejorar su situación en la sociedad”.
Alumnas del Centro de Educación para Mujeres Rurales de Pekín (R. T.)
Wu ha trabajado durante más de 40 años en la Universidad de Lenguas Extranjeras, además de estar comprometida con mejorar los derechos de la mujer. También es diputada de la Asamblea Popular de la capital china, lo que le permite votar las leyes y las políticas propuestas por el gobierno de esta ciudad después de celebrar reuniones abiertas al público, que le pide solución a sus problemas y los casos de injusticia que sufren.
Pero sobre todo, Wu lucha por la igualdad entre la mujer y el hombre, denunciando que los hombres chinos son educados para que prefieran tener hijos varones, la comida de mejor calidad que reciben los hombres en el campo, que ellos sean los encargados de tomar las decisiones importantes de la familia o que los chicos reciban 6,7 años de educación frente a los 4,8 que reciben las chicas de media.
En octubre de 1998, Wu junto a Xie Lihua, editora de la revista “Mujeres Campesinas”, la primera en su categoría dirigida a la mujer rural, pusieron en marcha este proyecto para ayudar al grupo de mujeres rurales que no poseen ningún tipo de formación y que proceden de familias muy pobres. Las dos mujeres vieron que tras la apertura económica en China, las mujeres del campo debían aprovechar el cambio de sistema, pero la falta de formación y de conocimiento de sus derechos eran unos grandes obstáculos.
“Yo quería hacer algo por estas mujeres porque ellas no tienen ninguna oportunidad, quiero tenderles mi mano. Voy a trabajar toda mi vida para ayudar a las mujeres rurales”, asegura Wu, quien tiene muy presente en el proyecto la figura de su madre, la escritora Ping Xin, y su marido, el profesor universitario Wu Wen Zao.
Gracias a la venta de las 106 piezas de cerámica hechas a mano por Wu Wen Zao, la asociación consiguió ganar los primeros 320.000 yuanes (unos 37.290 euros) para comenzar este proyecto. Además Wu Wen hizo una donación de la misma cuantía que permite estudiar a las jóvenes de 16 a 22 años más pobres. El Centro cuenta también con donaciones de empresas e instituciones nacionales e internacionales, la última de ellas la que realizaron las madres de los estudiantes de un colegio internacional en Pekín, que permitirán al Centro de Educación para Mujeres Rurales construir dos bibliotecas.
Wu Qing (R.T)
“El conocimiento es poder. El poder puede generar más poder. Por eso creemos que los libros son muy importantes. Y queremos que las mujeres lean ciertos libros en primer lugar porque necesitan el conocimiento para saber sobre sus derechos y también que sepan que cada una de ellas es una mina de oro”, dijo Wu durante la ceremonia de entrega de la donación.
En los doce años que lleva abierto el centro ha ofertado más de 110 cursos a 3.000 mujeres, de las que dos tercios trabajan ahora en la ciudad y el resto ha vuelto a sus pueblos para trabajar. Además, hay muchas que estudian en la universidad y algunas incluso han conseguido un título universitario, impensable hasta hace poco para muchas de ellas.
Una de las estudiantes es la joven Zhou Xiao Ting, 18 años, natural de la ciudad de Meishan, en la provincia de Sichuan, quien descubrió la existencia de este centro en una reunión local de mujeres en su ciudad de origen. Su familia no tiene dinero y no se podía permitir pagar los estudios, pero ahora tiene la oportunidad de hacer un curso de peluquería y estética gratuito.
Hay tres tipos de cursos: unos sólo duran un mes, como por ejemplo, formación para trabajar en restaurantes y cafeterías; otros cursos son de dos meses para trabajar en salones de belleza: y otros son de tres meses, en los que las mujeres rurales aprenden a utilizar los ordenadores y a cuidar niños de menos de seis años para ser niñeras en un futuro.
“Me gusta el ambiente de la clase y todas las profesoras son muy amables, aquí son como mi amigas, no como cuando estaba en mi provincia que me daba miedo hablar a los profesores”, dice la estudiante Guo Xiao Na, de 17 años y natural de Shifeng, en la provincia de Mongolia Interior.
Centro de Educación para Mujeres Rurales de Pekín (R.T.)
Otro de los proyectos que llevan a cabo desde la organización está dirigido a que las mujeres estén preparadas para trabajar en las comunidades del campo, hacer negocios, entrar al mercado económico, y participar en la política y en el desarrollo de la agricultura, entre otros.
Por su parte, Luo Zhao Hong, presidenta del Centro de Educación Mujeres Rurales de Pekín, asegura que “si una familia del campo consigue que una chica adquiera un trabajo, luego podrá ayudar al resto de la familia con su sueldo. Por ello, no se trata de una ayuda para la chica, sino para toda su familia”.
Además, Luo cree que “se consigue cambiar la mentalidad en los pueblos porque una chica también puede trabajar y cooperar con la familia con su empleo, un papel que antes se pensaba que sólo podían hacer los varones de la familia. Algunas chicas ayudan también a que sus hermanos vayan al colegio y la universidad, y a que su familia consiga construir una casa propia, algo muy importante para las familias del campo. Ahora en el medio rural se han dado cuenta de que las hijas también son importantes y aprecian tener dos o tres hijas, ya que estas van a la ciudad a trabajar y también ayudan mucho a la familia. Mientras que si tienen tres hijos en casa, tienen que tener tres casas para cuando los hijos se case, y eso implica gastar mucho dinero”.
Fuente: http://periodismohumano.com/mujer/la-universidad-de-las-mujeres-rurales-chinas.html
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