La escalera de la antigua casa Garriga-Nogués, nueva sede de la Fundación Godia, ha sufrido una pequeña revolución; desde ayer cuelgan —en el espectacular hueco modernista— los retratos de los líderes más controvertidos del siglo XX.
Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao dan la bienvenida a la primera exposición del artista chino Zeng Fanzhi en España. La serie «Grandes hombres», que refleja los iconos contemporáneos en su imagen arquetípica, está pintada con una técnica inquietante. En los cinco retratos, el pintor da un tratamiento a la superficie y consigue una apariencia de tela arañada, rallada o rozada.
De estos inmensos cuadros, que remiten sin duda a la propaganda oficial, saltamos a la planta baja de la fundación donde se evoca un ambiente más íntimo. Pero sin dejar el concepto de serie.
El cuadro estrella, «Bacon&Meat», óleo sobre tela, refleja al pintor británico que sostiene un animal degollado con su mano derecha. La obra, de su colección privada, al igual que todos las piezas que podemos apreciar en esta muestra, tiene muchos pretendientes pero él se resiste a desprenderse de ella.
Admirador de Bacon
El lienzo, de dos metros por dos metros, muestra al controvertido pintor con la cabeza ligeramente inclinada, como si interrograra al espectador con su mirada. Fanzhi explicó que admira a Bacon y toda su obra y concretó que este cuadro que pintó en 2008 forma parte de una serie de retratos de artistas a los que admira. «También he pintado a Andy Wharhol —añadió— y mi intención es ampliar la serie... pero todavía no he pensado quién será el próximo». Precisamente en este cuadro descubrimos una de las características de Fanzhi, pintar manos enormes, desproporcionadas al resto del cuerpo.
El lienzo, de dos metros por dos metros, muestra al controvertido pintor con la cabeza ligeramente inclinada, como si interrograra al espectador con su mirada. Fanzhi explicó que admira a Bacon y toda su obra y concretó que este cuadro que pintó en 2008 forma parte de una serie de retratos de artistas a los que admira. «También he pintado a Andy Wharhol —añadió— y mi intención es ampliar la serie... pero todavía no he pensado quién será el próximo». Precisamente en este cuadro descubrimos una de las características de Fanzhi, pintar manos enormes, desproporcionadas al resto del cuerpo.
«Creo que las manos conforman un lenguaje corporal que reflejan lo que piensa el modelo», comenta el artista. Otro de sus rasgos principales es la intención de la mirada. «El primer contacto que tengo la gente a la que pinto son sus ojos; mi intención es enseñar el mundo a través de sus miradas». Y otra de sus obsesiones es el color de la carne del cuerpo humano.
Entre esta selección que recala en Barcelona no hay que pasar por alto la inquitante mirada del hombre de la gabardina roja en una posición estática con unos ojos almendrados y unos labios rojos. Y un enorme retrato del Fanzhi con su hija, que en la actualidad tiene siete años, y que pintó cuando todavía no había nacido. «Mi mujer me dijo que estaba embarazada y se me ocurrió pintar a mi hija a mi lado, sobre una montaña, mirando al futuro», explicaba ayer el artista chino que sorprende allá donde vaya por su genialidad.
Desde los dieciséis años, cuando decidió ser pintor, no ha dejado de dar vueltas a su cabeza para pensar los temas de sus cuadros, siempre inquietantes. En la Godia también veremos su primera escultura. Los paisajes ocupan un lugar privilegiado. Tres óleos monumentales, que rompen con la tradición de los serenos paisajes orientales, muestran una multitud de ramas entrelazadas. «He pintado estos cuadros con las dos manos, con tres y cuatro pinceles a la vez, con un gran desgaste físico y mental en un proceso que permite sacar una parte de mí desconocida».
Sara Puig, que presentó al artista oriental a los periodistas, dejó muy claro que en los últimos años China se ha abierto al mundo y el mundo se ha abierto para recibir a China.
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