La infancia de los niños españoles es cada vez más corta. No solo entran antes en la adolescencia, sino que ya con once años adoptan modelos de comportamiento de un adulto. Esta situación provoca diversas consecuencias negativas, y una de la más llamativa es que los menores no saben esperar y lo quieren todo ya, factor que se convierte en la mayor causa de conflictos en las familias.
Esto es lo que asegura el informe Infancia y familia. Valores y estilo de educación, elaborado por un equipo dirigido por la catedrática de Teoría de la Educación de la Universidad de Valencia, Petra María Pérez. Este trabajo analiza por primera vez el comportamiento de las familias con hijos entre 6 y 14 años, que son alrededor del 20% de los hogares españoles.
El estudio, elaborado con 1.000 padres, indaga tanto en las familias tradicionales (el 81,6% de los niños españoles viven en este tipo de hogar), como en las monoparentales (13%), reconstituidas (5,2%) y con hijos adoptados (3,4%). Y del análisis de sus datos se desvela la presencia de un inicio de dejación del deber educativo en ciertos casos, causada por la impotencia o rendición de los educadores, y del fuerte impacto del consumo, que altera las normas internas de la familia.
En general, se asegura que los niños se entretenían antes jugando con muñecas, coches y otros juguetes tradicionales hasta los 13 años. Sin embargo, en la actualidad dejan de jugar con ellos un par de años antes y comienzan a interesarse por programas de televisión de adultos, además de querer vestirse como ellos y usar la tecnología que utilizan los mayores, como móviles y ordenadores.
Según la edad
Se observa que los niños más problemáticos son los de 12 a 14 años. Se acercan a la adolescencia y van surgiendo los problemas propios de su edad. La falta de esfuerzo en los estudios y de colaboración en casa, el aspecto físico y las salidas son los elementos que más conflictos generan. La edad menos problemática es la de 9 a 11 años, cuando la relación con los hermanos es la menos conflictiva. Suelen ser los más responsables.
Este trabajo también analiza las variables del sexo. Aunque la diferencia estadística no es muy significativa entre chicos y chicas, se da en ellas una mayor reducción de la infancia. Son más precoces, pero suelen ser menos problemáticas: son mejores estudiantes, tiene más autocontrol y disciplina y se comunican más con la familia.
Los núcleos no convencionales también son objeto de este estudio. Así, las familias reconstituidas son las que potencian mayores hábitos de consumo. Estos niños disponen de más cosas materiales y reciben mayor paga, además de ser los que más tiempo pasan de compras los fines de semana. Se perciben como los más rebeldes y son los que en mayor medida se convierten en agresores escolares.
Apoyo afectivo
Los padres de estas familias suelen dejar la educación de sus vástagos para el colegio y dedican sus esfuerzos a darles apoyo afectivo. La educación en estos hogares suele ser la menos autoritaria y las más permisiva
Mientras, los niños de los núcleos monoparentales son significativamente los más maduros, pero también los que más tristes e infelices se muestran. Estos padres tienden a sentir más inseguridades o impotencia respecto a la educación de sus hijos. Se identifican con afirmaciones del estilo «los dejo hacer mientras no se pongan en peligro» o «me siento incapaz de educarlos como me gustaría».Son los hogares con hijos adoptados en los que se da un mayor índice de monoparentalidad, principalmente de mujeres, aunque últimamente están aumentando los de los hombres (5,8%). Los padres adoptantes se perciben así mismos como «menos hábiles» para llevar a cabo una tarea educativa eficaz con sus hijos. Declaran darle más importancia al apoyo afectivo y diferencian más los roles.
Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2010/06/25/0003_8571752.htm
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