Del restaurante chino a la tienda del todo a 100 y después, la peluquería. Ahora, el empresario chino pone sus ojos en el bar de barrio y no tiene ningún reparo en ponerse a cocinar frito mallorquín, mejillones rellenos, tortilla de patatas y bocadillos de lomo. Y de fondo, la televisión con el culebrón Amar en tiempos revueltos. Frente a un trofeo del primer premio de Truc de 1986 y tras la barra del bar Pedro Garau, en la plaza del mismo nombre, Mei Wan Ying, una china de Shangai que lleva seis años en España, afirma que "mi jefe es español y me ha enseñado a hacer tortilla y tapas", afirma en un aceptable castellano.
Mei es la pionera de un numero creciende compatriotas que ahora se lanzan a regentar la oferta de restauración más castiza de Palma. "Hay muchos más bares de chinos", advierte. Y es que Pere Garau, Plaza de las Columnas o Son Dameto están cambiando poco a poco al camarero de toda la vida por un chino. Un fenómeno que aquí es reciente pero que en la Península ha supuesto una revolución en la hostelería de Madrid, Barcelona o Zaragoza.
Espíritu de sacrificio
El secreto del recambio de nacionalidades está en que "los españoles sólo quieren trabajar ocho horas. Con los chinos no pasa nada. Nos gusta trabajar", afirma Mei. De la misma opinión es Toni Yoh, presidente de la Asociación de Empresarios Chinos de Balears, para el que "llevar un bar supone muchas horas, mucho sacrificio. A los locales regentados por chinos no les va mal y se están defendiendo con las tapas".
Frente a las quejas de los empresarios peninsulares por la oleada china, aquí la situación parece más tranquila ya que el fenómeno es reciente y poco numeroso. "El mercado es libre y son bienvenidos", señala el vicepresidente de la Asociación de Bares y Cafeterías de CAEB, Paco Martínez, que añade que "entiendo la alarma, pero si nos llevanos la boca de libre mercado y cumplen la ley, no hay nada que decir".
FIDELIDAD
Mei Wan Ying: "Me gusta trabajar con españoles"
El cliente tradicional se resiste a abandonar su bar cuando pasa a ser regentado por un chino, que de esta manera se mezcla con los residentes españoles y aprende el idioma. Ocurre en el bar Pedro Garau y en su vecino Picadas, que tampoco ha variado menú ni nombre pese a la irrupción oriental. Sebastián Cuevas, parroquiano del Pedro Garau, asegura que "los chinos se van adaptando a los españoles y yo, de paso, voy a prendiendo chino". Mei, por su parte, asegura que "me gusta trabajar con españoles para aprender el idioma", dice mientras entabla una conversación bilingüe con su cliente.
Fuente: http://www.adn.es/local/mallorca/20100607/NWS-0115-chinos-rinde-bar.html
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